¿Cómo escribir textos claros?

Escribir y hablar son actos comunicativos: suponen la salida de uno mismo y la llegada a otros, la conexión a través de la palabra-puente. Pero aunque sus semejanzas sean muchas, a la hora de sentarse a escribir textos claros es importante advertir sus diferencias.

Cuando dialogamos podemos repetir palabras, dar rodeos, dejar frases inconclusas, explicar con las manos, con la mirada, con el tono de voz y hasta con el silencio. Si nuestro público destinatario no nos entiende, puede repreguntarnos. En cambio, cuando escribimos, poco queda de estos rastros corporales tan esenciales para la comunicación humana. No hay voz, no hay mirada, no hay intercambio sincrónico, no hay coincidencia espacio-temporal.

¿Entonces qué? Necesitamos conocer y adquirir herramientas de la comunicación escrita que, aunque se presumen internalizadas desde la infancia, resulta preciso siempre volver a ellas, profundizarlas.

No escribimos como hablamos y muchas veces resulta difícil bajar de la cabeza al papel, salir del enredo mental en el que nos encontramos y contar eso que nos atraviesa la garganta.

Se dice que la legibilidad de un texto está determinada por la facilidad con la que se comprende. ¿Leíste el texto y lo entendiste enseguida o tuviste que releerlo? ¿Te trabaste en alguna parte o la lectura fluyó sin inconvenientes?

Diversas investigaciones sobre la lengua, que Daniel Cassany resume de manera brillante en su Cocina de la Escritura explicaron las características de una legibilidad alta o baja.

¿Querés conocer cuáles son? Seguí leyendo.

Recomendaciones para escribir textos claros (o de “legibilidad alta”)

  1. Ubicá la información importante al principio. Siempre son necesarias las introducciones, pero no demores demasiado el punto de la cuestión. Sería algo así como ir al cine y que la peli no empiece nunca. La ansiedad del lector es una de las primeras causas de abandono.
  2. Escribí oraciones cortas. Nuestra memoria a corto plazo cada vez retiene menos palabras. Se habla de una retención de tan solo 15 (¡y la cosa no parece mejorar!).
  3. Estructurá los párrafos. Un párrafo por idea suele ser la fórmula del éxito.
  4. Usá marcadores textuales. Los marcadores textuales son las señales de tránsito que le indican al público lector por dónde ir o también los hilos que “cosen” el entramado textual. Anticipan, ordenan, retoman, concluyen, explican.
  5. Fijate que tu lenguaje sea adecuado a tu lector/a y al tema. ¿Cuánto saben de aquello que estás escribiendo quienes te van a leer? No está bueno aburrirlos ni subestimarlos, tampoco espantarlos con información inaccesible.
  6. Cuidá el diseño y la variación tipográfica. Que el texto sea visualmente atractivo y haya coherencia en el uso de las negritas, los resaltados, los subrayados, los espacios. En definitiva: que con solo un pantallazo quien llega a tu texto tenga ganas de quedarse.

Entonces, ¿qué NO debemos hacer si queremos atrapar a nuestro público lector?

  1. Redactar oraciones eternas. Si quien lee tiene que esforzarse para comprender oraciones con muchas subordinadas, seguro prefiera abrir una aplicación, revisar sus mails o subir una historia.
  2. Interrumpir el discurso con incisos. Es habitual cuando estamos escribiendo que nos vayamos por las ramas, la mente divague y nosotros respondamos a ese fluir de la (in)conciencia. Pero esa actividad es preferible dejarla para el diván. No cortes todo el tiempo lo que estás diciendo con información accesoria o irrelevante. Otra vez, las lectoras y los lectores tiene demasiado a mano una app mucho más atractiva.
  3. Dejar la información importante para el final. (A menos que se trate de una bomba con la que tu texto explote y el corazón de tus lectores y lectoras también).
  4. Usar demasiadas enumeraciones o viñetas. No seas como ChatGPT.

 Por último, recordá que es importante preguntarte antes de escribir:

  • ¿Qué voy a escribir?
  • ¿Para quién?
  • ¿Cuánto conoce mi lectora o lector del tema?
  • ¿Qué quiero que haga o sepa después de leerme?

Y una vez que terminaste de escribir, es fundamental que releas y le preguntes al texto:

  • ¿Sos claro?
  • ¿Tenés la información suficiente? ¿Sobra o falta algo?
  • ¿Tus oraciones son muy largas? ¿Varían en orden, modalidad y estilo?
  • ¿Cómo es tu puntuación?

Si las respuestas te convencen es hora de darte un respiro porque la pregunta más explosiva de todas llega al final: ¿es esta la mejor versión del texto que puedo escribir?