Significante para mí es comunicación, compañía, contacto. Acompaño el proceso de quienes tienen algo para decir y no encuentran las palabras, no saben cómo ni por dónde empezar. Hace tiempo que cuestiono la cultura de la autosuficiencia, la solución mediante tutoriales, vivos de Instagram y el individualista “hágalo usted mismo”.

Sigo valorando, en cambio, la potencia de la interacción, aquello que hacemos mejor cuando nos sentimos comprendidos y acompañados. Porque se multiplican los medios y las redes sociales, pero cuando debemos enfrentarnos a una dificultad nos cuesta pedir ayuda de verdad: esa que supone palabras y cuerpo.

Y con la escritura pasa algo particular: pareciera que como a escribir nos enseñan en la primaria es vergonzoso no hacerlo con fluidez cuando somos adultos. Creo, entonces, en las redes de verdad. Esas que se tejen cuando alguien dice “no puedo” y otro escucha, tiende la mano, un lápiz y promueve el encuentro.

Significante fue, justamente, la manera que encontré de salir de mí, dejar de callarme y hacer todo en silencio, imperceptible. Significante fue una apuesta, un gesto de autoconfianza. Sentí que si algo me apasionaba tanto y me resultaba fácil, debía brindarlo al mundo, ayudar a otras personas. Sentí, también, que tenía algo así como un «don» para poner palabras.

Me conquista su música desde chica. Con solo seis años entré en contacto con la poesía y me transportó a otro mundo. Siempre a un mundo mejor, donde no había límites o se disolvían con la palabra. Donde podía ser y con solo seis años sentía que algo de mí era con esos poetas.

Significante nació, entonces, como una apuesta a llegar al otro, a que el otro pueda llegar a sí mismo, a que juntos encontremos la manera de decir. Porque somos palabras, animales lingüísticos, seres que vinimos a inter-ser.

Hasta ahora todos los trabajos han sido así: caminos. En los que alguien me cuenta, conecto con sus deseos, pregunto sus objetivos, descubro sus emociones y pienso las palabras. Los caminos se vuelven comuniones. Me pongo al servicio. Me entrego y disfruto como propio cada logro ajeno porque conozco su dificultad.

La escritura tiene normas, vallas, límites, que serán más o menos rígidos según el género del cual se trate. Y entonces hay que aprender a disfrutarlos. Al principio, tenemos que darles lugar. Luego, cuando conocemos bien las normas, podemos darnos el lujo de olvidarlas.

En este camino confiaron en mí muchos autores y autoras. Y a pesar del tiempo que llevo recibiendo textos, siento que todavía no sé muy bien cómo agradecer semejante confianza. Supongo que la mejor manera que encontré hasta ahora fue leer y corregir con el respeto y el amor que supone ese acto de generosidad tan grande.

No temo ser exagerada cuando siento que quien te manda un Word te comparte sus horas de desvelo, sus inseguridades, sus ideas, su tiempo hecho palabras.

Ayudé a escribir autobiografías. Libros de autores que sublimaron el dolor entre líneas blancas y negras. Personas que han sabido convertir en literatura crímenes, enfermedades y puñaladas de la infancia.

Corregí muchas tesis: textos que hablaban del fin de una etapa. Con los que cerraban ciclos. Textos que cambiaban para siempre su manera de nombrarse. De ahí en más, para toda la vida, el nombre de quien me contactaba iría acompañado de un «licenciado», «magister» o «doctora». Era, en cierta forma, responsable de esa conquista y con cada título que ayudé a conseguir sentí por un instante que volvía a recibirme yo.

Por todo esto, Significante para mí es conexión, puente, camino, llegadas. Significante es saber escuchar lo que el otro tiene para decir y valorarlo, validarlo, ordenarlo, estructurarlo. El lenguaje es, después de todo, estructura. Pero cuando la estructura se comparte, pareciera que pierde severidad. De pronto el rictus se relaja, la creatividad vuela, las ideas fluyen, el otro ríe y yo solo siento gratificación.

Dedico mi vida entera al estudio de las palabras justamente porque ellas son encuentro y juego. Uno que empecé a jugar quién sabe desde cuándo. Creo, incluso, que fue mucho antes de que tomara conciencia. Porque así funcionan las pasiones tan grandes: te toman, te definen, te sumerges, flotas.

Significante es en mi vida mi decisión más significante. Significante es todo lo que soy. Está en construcción. Crece. Cambia. Mejora. Duda. Acierta. Teme. Se levanta. Promete. Sale al encuentro. Busca palabras. Se le vienen las palabras. Cree en ellas, siempre, como la más bonita y comprometida manera de existir.